Isaías describe un período de la historia que estaba lleno de llanto, temor y temblor. Sin embargo, el Señor le dio a Isaías una palabra de seguridad para su pueblo:
"Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago: Dios mismo vendrá, y os salvará." (Isaías 35: 3-4, cursivas añadidas).
El Señor estaba diciendo, en esencia: "Fortalece al agotado. Levanta a los que son débiles entre ustedes. Anima a todos los que tienen miedo y están llenos de ansiedad. Diles: 'No teman. Todo esto es obra del Señor, y a pesar de todo, Él va a preservar a su pueblo. Él está haciendo esto para salvarlos".
INCLUSO EL PIADOSO TEMBLARÁ
Amado, incluso el más piadoso entre nosotros experimenta un temblor de corazón, una repentina oleada de miedo, cuando una crisis terrible llega. En esos momentos, no es pecado tener un momento de profunda ansiedad.
De hecho, cuando el Señor le dio esta palabra a Isaías, se quería asegurar de que todos los que se sentían abrumados por la situación aterradora no fuesen aplastados por ella. Él quería que todos los corazones cansados y atribulados oyeran "¡No temas! Ten ánimo, porque el Señor es el Salvador para su pueblo".