Basada en 2 Pedro 1:20-21
En nuestros días se ha puesto muy en boga el hecho de que pastores, líderes y maestros hablan de su propia cuenta y atribuyen esto al nuevo rema (la comunicación directa) de Dios a tal predicador, tal apóstol o tal profeta, y de ahí al pueblo. Y en ocasiones he oído decir que el rema de Dios hoy es más importante que la palabra del pasado.
La realidad es que Dios nos dio Su Palabra y tenemos esa Palabra completa hasta nuestros días. Bien dice Pedro que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás como un acto de la voluntad humana, sino que los hombres de antaño hablaron de parte de Dios, inspirados por Dios, inspirados por Su Espíritu, precisamente para instruir al pueblo (1 Pedro 1:20-21).
Necesitamos enseñar a nuestras iglesias a ser como los de Berea, quienes escudriñaban día a día las Escrituras para ver si lo que Pablo estaba enseñando era cierto. No permitamos jamás que la enseñanza humana, falible, no confiable, limitada, nuestra, pueda sustituir la Palabra inerrante, poderosa, autoritativa de nuestro Dios.
Confía en Su Palabra, confía en Su poder, hay poder en la Palabra de Dios, pero no en la palabra del hombre. ¡Despierta!
Extraído del libro 95 Tesis para la iglesia de hoy, Miguel Núñez.