A partir de nuestra propia investigación histórica sabemos que en ese tiempo había una discusión en curso entre dos grandes escuelas rabínicas, la escuela de Shammai, muy conservadora, y la escuela de Hillel, que adoptó una aproximación más liberal a la interpretación de la ley del Antiguo Testamento. El enfoque liberal permitió el divorcio sobre muchas bases, dando una interpretación muy amplia del significado de “algo reprochable” en la legislación del Antiguo Testamento. La escuela más conservadora adoptó una visión muy restringida del asunto y dijo que sólo sobre la base del adulterio podía legitimarse el divorcio en Israel.
A mí me parece claro que Jesús permite el divorcio en caso de adulterio. Por un lado, dijo que si un hombre se divorcia de su esposa por cualquier otra razón ajena a la inmoralidad sexual, entonces por supuesto es culpable de pecado. Así que Jesús, en ese punto, dice que no debe haber divorcio sobre una base que no sea la impureza o la inmoralidad sexual.
Luego sigue diciendo que por la dureza de nuestros corazones se le dio a Moisés la ley que proveía el divorcio en el Antiguo Testamento. Hace referencia a la ley en Deuteronomio en que la así llamada “algo reprochable” se menciona como la base legítima para el divorcio en el Antiguo Testamento.
Sin embargo, Jesús se apresura a añadir la siguiente afirmación: “Pero no fue la intención original de Dios” (Mt. 19:8). Su referencia a la Creación nos recuerda la santidad del matrimonio. Es verdad que se nos da una provisión para el divorcio por la dureza de nuestros corazones a causa del pecado. Puesto que el adulterio es pecado, cuando alguien viola el matrimonio a través del adulterio y rompe esa confianza, el voto sagrado y la parte inocente son tan afectados que hay una provisión lícita del divorcio, en el contexto de la condición caída.
Es obvio que Jesús reprende la visión liberal del divorcio que prevalecía en sus días. Creo que Jesús nos recuerda que la intención original del matrimonio no incluía el divorcio. Él reconoce que hay una base, y no critica a Dios por conceder este permiso en el Antiguo Testamento. La gente se encuentra en una condición de caída, y Dios condesciende frente al hecho de que la gente comete contra el matrimonio pecados tan serios como para disolverlo. Ese pecado es la infidelidad sexual.
Creo que otra base para el divorcio, la cual se nos da a través del apóstol Pablo en sus cartas a los corintios, es el caso de la separación voluntaria e irreparable del incrédulo (1 Co. 7:15). Esas son las únicas dos bases que se encuentran en la Escritura.

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