Qué triste que muchos hijos e hijas de Dios no tienen la disposición de entregar todo lo que tienen a Dios, si Él así lo pidiera. Ni siquiera han llegado al punto donde llegó Jacob, quien no vivió en la luz de la presente dispensación, pero que a los primeros albores de luz espiritual le dijo al Señor: “De todo lo que me dieres, te daré una décima parte” (Génesis 28:22). No le devuelven a Dios la décima parte de todo lo que a Él le ha placido darles.
Gustosamente entregan sus finanzas para comprar una casa o para la educación de sus hijos, pagan a otras personas para que hagan muchas de sus tareas personales, gastan su dinero en lujos innecesarios, pero proporcionalmente dan muy poco para la obra de Dios, para ayudar al sostén de los creyentes pobres, o para alimentar a las personas hambrientas que los rodean y que no pueden ganar su subsistencia.
No obstante, al vivir más para sí mismos y para sus hijos, que para Dios, no disfrutan de la felicidad en el Señor, la cual es una de las bendiciones que Él quiere que disfruten durante su existencia terrena. Y esto es aplicable no solo a los ricos o a la clase media de los hijos de Dios, sino aun a los más pobres. El cristiano que tiene un bajo ingreso dice: “Yo tengo tan poquito que no puedo disponer de nada, o si doy algo es una suma muy pequeña.”
¿Y cuál es el resultado? La consecuencia es que tales creyentes no son espiritualmente felices y es común que no puedan prosperar en su vida secular porque no son fieles sobre lo poco que Dios se ha placido confiarles. Y no puede confiarles más. Tal como lo hizo con el pueblo de Israel, les enviará castigo y flaqueza a sus almas, o los llevará a ver lo vano de tales cosas.
Y a menudo, ya sea con los ricos, los intermedios o los más pobres, Dios se ve obligado a enviarles enfermedad o grandes pérdidas, y toma de sus hijos lo que ellos no quisieron rendirle voluntariamente constreñidos por el amor de Cristo.
ORACIÓN
“Te doy gracias, oh Señor, porque Tú eres bueno y tu amor permanece para siempre. Mi deseo es hacer siempre lo que es recto a tus ojos. Muéstrame tu Favor para que yo pueda compartir el gozo de tu pueblo mi herencia con acción de gracias. Amén.”
* George Müller (1805 – 1898), fue un predicador y misionero inglés nacido en rusia, destacado por su obra en favor de los niños desamparados. Supervisó la construcción de cinco grandes orfanatos-que aún se conservan en Ashley Downs, Bristol – dando alojamiento a miles de niños.