DAVID Y JONATÁN
El rey David es uno de los personajes más populares de la Biblia. Es común escuchar hablar sobre él, su reino, su valentía como guerrero y su relación con Dios. Pero, si bien sabemos, no todo fue color de rosas en la vida de David. Para alcanzar el trono tuvo que enfrentarse a grandes desafíos los cuales pusieron en juego su vida, y la vida de quienes por voluntad propia, decidieron apoyarlo y acompañarlo durante su peregrinación.
Uno de esos hombres fue Jonatán, el mejor amigo de David. Según la monarquía, Jonatán sería el sucesor del rey Saúl; sin embargo, a causa de la desobediencia de Saúl, Dios le quitó el reinado y lo entregó en manos de David, un pastorcito de ovejas. Eso causó la furia de Saúl, quien durante toda su vida persiguió a David para matarlo. No obstante, Jonatán comprendió y aceptó la decisión de Dios, de convertir en el rey de Israel a David. Él no sintió envidia al ver a su amigo tomando su lugar, siendo aplaudido por el pueblo, ganando cada día más popularidad. Mientras David crecía, Jonatán quedaba en el olvido. Es mas, a Jonatán nunca se le dio la oportunidad de presentarse en el escenario y mostrar su obra, él estaba tras bambalinas, viendo brillar a su amigo.
La lección que nos deja esta historia es que, a veces nos esforzamos por hacer las cosas bien, nuestro trabajo en la empresa que laboramos, nuestro ministerio en la Iglesia, el rol en nuestra familia, pero nadie ve nuestro esfuerzo. Comúnmente, quienes se llevan los créditos son personas que quizá no le han puesto mucho esmero a las cosas, como nosotros. Aunque los demás no lo vean Dios sí lo ve, así como también ve las intenciones de nuestro corazón. Cada cosa que hacemos debemos de hacerla con una actitud apacible y humilde como la de Jonatán. No nos dejemos mover por la envidia solo porque a otros les va mejor que a nosotros. Esa actitud solo nos conduce a vivir una vida en fracaso y, por ende, a perder lo más valioso que Dios nos ha dado, esos dones y talentos que sirven, no solo para edificar nuestra vida, sino para bendecir la vida de quienes nos rodean.