Ves... Quejarse... es un problema grave. Tendemos a verlo como algo natural cuando se crían los hijos. Cuando las mujeres se reúnen, tienden a intercambiar historias sobre quién tiene la menor cantidad de sueño, lo que les causó estrés el día anterior, y lo que su hijo está haciendo que lo puede hacer enfermarse. Entiendo que sentimos la necesidad de desahogarnos, pero en última instancia no es saludable.
En 1 Corintios 10 nos encontramos a Pablo enumerando algunos pecados graves entre los israelitas cuando huyeron de Egipto. Primero ráfagas de idolatría. Eso era obvio. Luego les advierte contra la inmoralidad sexual. Comprobado. Lo tengo. Pero entonces, dice esto......
"Ni provoquemos al Señor... Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor" (1 Cor. 10:9-10 LBLA)
Sí. Has leído blen. Pablo incluye las quejas a la par con la idolatría y la inmoralidad sexual. ¿Qué tienen estos tres pecados en común? Todos ellos son divisivos. Ponen un obstáculo entre nosotros y los demás, y siempre entre nosotros y Dios.
Es por eso que simplemente no puedes permitirte el lujo de pasar tiempo con madres que se quejan. Dales un saludo en el preescolar. Envíales una tarjeta de Navidad, pero no gastes tu tiempo con ellas. Son tóxicas. Que sus costumbres de murmurar y quejarse de la maternidad se borren de ti. La maternidad es muy dura, y tus palabras son demasiado importantes como para correr el riesgo de contaminación.
MODO DE HACERLO
ACERCATE
Acércate a una nueva amiga que hayas visto hablar con cariño de sus hijos. Invítala a ella y a sus hijos a tu casa a jugar y comer. Haz un hábito de forma proactiva de pasar tiempo con las madres que no se quejan.
ORACIÓN DE UNA MADRE
“Señor, perdóname cuando me quejo. Enséñame a hablar de la maternidad de una manera que Te honre.”
Libro Reto para Madres: 30 Días, Aviva Nuestros Corazones