Las sectas y sus desviaciones doctrinales

El fin o propósito de la religión es la salvación. La salvación, definida de varias maneras, usualmente incluye la liberación de los dolores, penas y aflicciones comunes en esta vida, y la entrada a un estado ideal de existencia eterna, consciente y feliz.

La fe es proclamada por las sectas como primaria y esencial para la salvación. Las sectas cristianas se unen para predicar la salvación por la fe en Jesucristo. Un examen sumario revela, sin embargo, que ellas ofrecen la salvación sobre la base de la fe más obras continuas. Y su mismo concepto de salvación por fe en Jesucristo se viene abajo cuando es visto en relación con la negación de la deidad de Cristo. Con esta negación, la doctrina de la expiación es refutada. De acuerdo con la Palabra de Dios, no hay expiación de los pecados de la humanidad si Jesús no es el Hijo eterno del Dios santo e infinito, coigual en todas las cosas.

Cinco doctrinas, de entre las consideradas fundamentales y obligatorias en el cristianismo ortodoxo, son falsamente enseñadas por la mayoría de los cultos:

1. La doctrina de la Trinidad.

2. La Deidad de Jesucristo.

3. La Persona del Espíritu Santo.

4. La salvación o inmortalidad del alma.

5. La escatología o doctrina de las últimas cosas.

1. La doctrina de la Trinidad.

Cualquier consideración de la doctrina de la Trinidad incluye necesariamente los estudios de la deidad de Cristo y de la personalidad del Espíritu Santo. Esos serán considerados subsecuentemente bajo encabezados separados.

Sin embargo, el mismo concepto de trinidad, "tres personas, idénticas en substancia, iguales en poder y gloria", es rechazado vehementemente por las sectas como algo pagano y no escritural. También es considerado irrazonable, o contrario a la razón, y por eso totalmente inaceptable. Debe aceptarse de buena gana que la Trinidad es un misterio y que el término no está en la Biblia, pero la Biblia está llena del concepto, empezando con el uso del nombre plural Elohim (Dios) en Génesis 1:1. Atributos personales similares se atribuyen consistentemente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Merril F. Unger escribe: “Aunque la doctrina de la Trinidad está implícita más bien que explícita en el Antiguo Testamento, al mismo tiempo se sostiene apropiadamente que con la luz concomitante del Nuevo Testamento esta verdad puede encontrarse en el Antiguo Testamento (por ej.: Núm. 6:24-26, Isa. 6:3, 63:9, 10, la santidad del número tres simbólico, la forma plural de Elohim, y también lugares [en el Antiguo Testamento) en que se habla de la deidad como conversando consigo misma [ver Gén. 1:26, 3:22, 11:7, Isa. 6:8)...) La misma adoración se rinde, las mismas obras se atribuyen a cada una de estas tres personas, y en tal manera se indica que los tres están unidos en la plenitud del único Dios vivo. El monoteísmo del Antiguo Testamento se mantiene, aunque se conceden vislumbres, no obstante, del modo tripersonal de la existencia divina.”

La enseñanza antitrinitaria no es de ninguna manera una herejía nueva. La iglesia primitiva la enfrentó y le dio respuesta en los grandes concilios eclesiásticos de ese período. Es útil leer los credos de la iglesia primitiva a este respecto.

2. La Deidad de Cristo.

La deidad plena del Hijo está contenida, por supuesto, dentro de la doctrina de la Trinidad, y todas las sectas seudocristianas rechazan categóricamente esta verdad. Su unicidad, o igualdad, con el Padre, es el punto en el que se concentran considerables ataques de los sectarios. Cristo, declaran, es el primogénito de Dios, la única creación directa de Dios, el único por el que todo lo demás fue creado, nacido singularmente, impecable, obrador de milagros, el único sacrificio eficaz, pero no igual con el Padre.

La igualdad con el Padre y la unicidad con él en todas las cosas fueron reclamadas incuestionablemente por Jesucristo y atribuidas consistentemente a él por los escritores del Nuevo Testamento. El Evangelio de Juan fue escrito para probar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Juan 20:31). Como tal, él era coigual con el Padre.

Los líderes judíos de ese tiempo entendieron correctamente su reclamo y determinaron matarlo por esa razón (ver Juan 5: 17, 18). Jesús no negó el entendimiento de ellos, sino que más bien lo verificó extensamente en su respuesta (Juan 5: 19-32). El Evangelio de Juan concluye con lo esencial en adoración, expresado por el apóstol Tomás en el aposento alto cuando dijo a Jesús,... ¡Señor mío, y Dios mío!" (Juan 20:28).

La importancia de esta doctrina no puede ser exagerada. Dado que la misma doctrina de la expiación depende de esta verdad eterna, los siguientes versículos se presentan para reforzar más el concepto correcto de esta doctrina.

Filipenses 2:6. La palabra forma, como es usada en este versículo, no se refiere a forma o apariencia externa. Señala lo que es intrínseco y esencial. Otra traducción aclara esto: era de naturaleza divina" (Dios Habla Hoy); "de condición divina" (Biblia de Jerusalén). Estas y otras reputadas traducciones declaran que Jesucristo es divino por naturaleza. La divinidad no fue algo que él adquirió; era suya desde la eternidad. Él era en el principio, él era con Dios y él era Dios.

Colosenses 1:15 y Hebreos 1:3. En estos versículos dos palabras griegas se traducen como imagen en castellano. Cristo es declarado "la imagen del Dios invisible" y "la expresión exacta de su naturaleza". En Colosenses 1:15 la palabra es eikon, refiriéndose al... parecido moral", o la conformidad de Cristo a Dios en excelencia moral o santidad. En Hebreos 1:3 la palabra es charakter, fácilmente identificable como la palabra castellana carácter. Sin embargo, significa la "impresión exacta" de cualquier persona o cosa, tal como la impresión dejada por un sello de metal. Cristo, declara, es el facsímil preciso de Dios en todo aspecto. "El que me ha visto", dijo Jesús, "ha visto al Padre" (Juan 14:9). Jesucristo refleja perfectamente la gloria y majestad de Dios porque él es Dios. No se requiere conocimiento del griego para hacer uso de declaraciones tan obvias y significativas de la Escritura.

En ocasiones los sectarios se referirán a Colosenses 1: 15 para probar que Cristo es el primer ser creado", y por tanto inferior al Padre. Fíjese cuidadosamente en esta cita del comentario preciso y erudito del doctor Metzger:

“Realmente el verbo "crear" en referencia a la relación entre el Hijo de Dios con el Padre no aparece aquí ni en ninguna parte del Nuevo Testamento. Aquí se habla de él como del "unigénito de toda la creación", que es algo muy diferente de decir que él fue hecho o creado... Para regresar a Colosenses 1:15 donde Pablo habla de Cristo como del "primogénito de toda creación" es importante observar que el adjetivo "primo" se refiere tanto a rango como a tiempo. En otras palabras, el Apóstol alude aquí no solamente a la prioridad de Cristo sobre toda toda la creación, sino también a su soberanía sobre toda la creación.”

“Después, en la epístola a los Colosenses (2:9) Pablo declara: Porque en él (Jesucristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". Nada podría ser más claro o más enfático que esta declaración. Significa que todo lo que integra la Divinidad, cualidad divina, sin excepción, mora o reside corporalmente en Jesucristo, es decir, está investido con un cuerpo en Jesucristo. También debe notarse que Pablo usa el tiempo presente del verbo, "habita". Él no dice que la plenitud de la cualidad divina "ha habitado" o "habitará" en Jesucristo, sino que "mora" allí. Todo lo que los credos de la Iglesia quieren decir al hablar de Jesucristo como eternamente el unigénito Hijo del Padre está contenido en el uso deliberado que Pablo hace del tiempo presente del verbo "habita".” 

En Hebreos 1:3 hay un argumento adicional que declara que Cristo es "el resplandor de su gloria". ¡Su gloria! ¿Qué es la gloria de Dios? Es la suma de todos sus atributos. La gloria de Dios es lo que Dios es. Y Cristo es el esplendor o resplandor de esa gloria. ¿Qué más puede decirse? F. F. Bruce escribe: "Tal como la gloria está realmente en el resplandor, así la substancia de Dios está realmente en Cristo, que es su impresión, su representación exacta y su encarnación. Lo que Dios es esencialmente se hizo manifiesto en Cristo. Ver a Cristo es ver cómo es el Padre."

3. La Persona del Espíritu Santo.

Muchos de los que rechazan el concepto bíblico de la Trinidad reducen al Espíritu Santo a una “influencia”, o, poder de Dios, no una persona. Empezando con Génesis 1:2, el Espíritu Santo es descrito obrando con el Padre y el Hijo en la creación y en los asuntos de la raza humana. En el discurso del aposento alto su venida fue predicha por Cristo y yo rogaré al Padre", dijo el Señor, "y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre, este es el Espíritu de verdad, vosotros lo conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros" (Juan 14: 16. 17). Ver Juan 14-16 para un contexto completo. Tomando el lugar del Hijo, el Espíritu Santo continuó la obra que Jesús "comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba" (Hech. 1: 1. 2a). En Hechos el Espíritu es visto fundando la iglesia, llenando de poder a los discípulos y dirigiendo la expansión de la iglesia hasta la última parte del mundo.

Sus muchos títulos indican su deidad y su relación con el Padre y el Hijo. Él es Ilamado:

  • El Espíritu de conocimiento - Isaías 11: 2.
  • El Espíritu de Verdad - Juan 14:7.
  • El Espíritu de Santidad - Romanos
  • El Espíritu de Dios - Génesis 1:2.
  • El Espíritu de Cristo - Romanos 8:9.
  • El Espíritu del Señor - Hechos 5:9.

Y muchos otros títulos. Bien podría preguntarse, además, ¿cómo una influencia o poder impersonal puede ser entristecido (Ef. 4:30), o apagado (1 Tes. 5:19); o cómo puede un atributo convencer de culpa, guiar o hablar (Hech. 13:2)?

4. La inmortalidad del alma.

La inmortalidad del alma generalmente es negada por las sectas seudocristianas. El hombre, enseñan, está sujeto a una muerte física que es el cese de la existencia. No tiene la capacidad inherente de vivir para siempre, en ninguna parte. "No digan", nos dicen, "que el hombre tiene alma. Más bien, digan 'el hombre es un alma. Cuando muere, todo el hombre muere. Cuerpo y alma son uno, y a la muerte, cuerpo y alma entran en la condición conocida como Sueño del Alma, una condición de inconsciencia total." Además se enseña que los que mueren en Cristo serán resucitados inmortales en la segunda venida de Cristo, mientras que los que mueren en sus pecados serán resucitados el último día para ser totalmente aniquilados. No hay infierno eterno para los malvados o para nadie más.

La Biblia enseña que cuando Dios creó al hombre "Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente" (Gén. 2: 7). Este acto particular de Dios distingue al hombre de cualquiera otra criatura. Las almas de los hombres son inherentemente inmortales e indestructibles, y sin embargo, potencialmente sujetas a muerte espiritual por causa del pecado. La muerte espiritual es separación eterna de Dios. No es extinción. El cuerpo, creado del polvo de la tierra, es mortal y sujeto a muerte física, que es separación del cuerpo del alma. El cuerpo muere y regresa a la tierra. El alma (o espíritu) del creyente va inmediatamente a estar con Cristo; la del incrédulo va al Seol (Antiguo Testamento), llamado Hades en el Nuevo Testamento. Ese es el lugar de castigo inmediato (Luc. 16:23).

El apóstol Pablo escribió que es mejor "partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor" (Fil. 1:23). Otra vez él expresó su deseo de "mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor" (2 Cor. 5:8). No hay la más mínima insinuación de un período inconsciente después de la muerte. En su declaración a Marta nuestro Señor refutó la declaración de la creencia de ella en una resurrección solamente "en el día final". "Yo soy la resurrección y la vida", dijo Jesús (Juan 11:24-26). Resurrección y vida no son eventos muy lejanos; están siempre presentes para los que creen en él.

Algunas referencias en los Salmos parecen sugerir un grado menor de conciencia después de la muerte. En el Salmo 115:17, por ejemplo, está escrito que "No alaban a Jehová los muertos, ni cuantos descienden al silencio." Esto parece una comparación del hombre de las situaciones relativas en la tierra y en el Seol. Fue escrito antes de la venida del que "sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio" (2 Tim. 1:10). "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" fue la promesa del Señor al ladrón penitente en la cruz. "El hecho de que la existencia consciente continúa entre la muerte y la resurrección se afirma directamente en las Escrituras (Is. 14:9-11, Mt. 22:32, Mr. 9:43-48, Lc. 16:19-31; 2 Cor. 5:6-8; Apoc. 6:9-11)."

La aniquilación de los muertos malvados no se enseña en ninguna parte de la Biblia. El estado de los malvados en fuego eterno se afirma claramente, como se afirma el de los justos en gloria eterna. En Mateo 25:41 y 46 la palabra para "eterno" se usa en ambos lugares, con referencia al castigo de los malvados y con referencia a la vida de los justos. En 2 Tesalonicenses 1:9 la misma palabra se traduce "eterna" con referencia a la exclusión de los desobedientes "de la presencia del Señor". Un punto más podría hacerse de Apocalipsis 19:20 y 20:10. La bestia y el falso profeta serán echados en el "lago de fuego" en la batalla de Armagedón. Un millar de años después todavía están en ese "lago de fuego ardiendo con azufre", donde "serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos". No cese de la existencia, sino desolación eterna.

5. La doctrina de la escatología.

Solamente una palabra final acerca de la enseñanza de las sectas respecto al futuro. Se notarán diferencias conforme las sectas sean tratadas individualmente. Usualmente hay el concepto de un milenio, que puede o no ser precedido por una gran tribulación. Los juicios son prominentes, tanto de los justos como de los injustos. Frecuentemente están separados por el millar de años del milenio y están asociados con la resurrección primera y segunda. La aniquilación de los malvados es la enseñanza común, con "vida eterna" para los fieles. Esta vida eterna es de varias maneras como en la tierra limpiada y renovada o en otra esfera en alguna parte en los cielos.


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