HISTORIA DE LA TEOLOGÍA PASTORAL

1. Del testimonio bíblico al tiempo de la Reforma.

La preocupación pastoral aparece en algunos textos proféticos del Antiguo Testamento cuando en tiempos de crisis social el Señor pide cuenta a los líderes del pueblo (reyes, sacerdotes y jueces) por el cuidado de sus hermanos y compatriotas 0-15). (Jeremías 23: 1-4; Amós 5:10-15).

A través de sus profetas, Dios llama también a todo el pueblo a la responsabilidad pastoral, cuando invita al ser humano a acompañarlo en la historia y construir con él una comunidad de hermanos y hermanas, un pueblo cuya estructura social esté basada en el amor y la justicia. Esta actitud incluye asumir una posición de denuncia contra quienes han violado los mandamientos de la justicia y la misericordia, y en lugar de eso explotan, traiciona y manipulan a su prójimo.

El Señor no solamente demanda el cuidado pastoral del pueblo, sino que fundamenta su reclamo en su propia actuación como pastor (Ezequiel 34: 11-16). Surge aquí la imagen del Señor como pastor, que será una de las principales figuras con que Israel se refiere a Dios, en especial a su preocupación por el pueblo humilde, por las personas más débiles e indefensas. Esta imagen aparece en el Salmo 32. Posiblemente alentado por esa imagen, Jesús se presenta en los evangelios como el buen pastor que da su vida por los suyos como una muestra de amor y de fidelidad incondicional (Juan 10:11).

En Marcos 6 aparece la escena de Jesús contemplando a las multitudes como ovejas sin pastor; pero también cuando reúne a esas multitudes, les habla la palabra de Dios, sacia también el hambre de sus vientres y las congrega como un pueblo, como un rebaño. Las doce cestas que sobran después de la alimentación milagrosa evocan que el pueblo congregado alrededor de la palabra y de la comida que Jesús provee puede ser constituido como pueblo de Dios.

Esta práctica pastoral de Jesús tenía como horizonte la edificación del Reino de Dios, por lo cual había en ella implicaciones económicas, políticas y ético-sociales. Los milagros, el perdón de los pecados y la comunión de mesa eran anticipaciones del Reino, acciones-signos que expresaban la búsqueda de la liberación integral de las personas. Tras la Pasión, la buena noticia se hacía palpable y viviente en medio de la nueva comunidad de hermanos y hermanas a través de la presencia del Resucitado, expresada en la fracción del pan, experiencia de fraternidad, justicia y misericordia (Hechos 2:42-47).

A medida que se desarrolla la iglesia del primer siglo, y aun teniendo la presencia y el rol de los líderes que guían y que acompañan (los diáconos y los obispos), se observa un modelo de comunidad carismática, un modelo de pastoral basado en la vocación del Espíritu Santo que ha dado dones, que ha hecho llamamientos y ha capacitado a la iglesia con carismas para que la comunidad se pueda edificar y servir a sí misma (1 Corintios 12:12-30).

Todo ello en obediencia a Jesús, quien sirvió primero. Así integradas las áreas de la acción pastoral de todos los creyentes (enseñanza, servicio, consejo, misericordia, consolación...) permiten a la iglesia servir en su entorno social y para la transformación del mundo. Es en la vivencia de su sacerdocio que cada creyente participa del ministerio pastoral, como expresa 1 Pedro 2:10.

Esto es así hasta que, con el paso de la historia, en la era constantiniana o edad de la cristiandad, los oficios son instituidos y son establecidos en una forma jerárquica. Se cambia el modelo diaconal de iglesia por un modelo en el que la clase sacerdotal concentra en sus manos las acciones y los servicios pastorales. Pasaron entonces los laicos de ser actores y ser sujetos de la pastoral a ser objetos de la acción pastoral. Desde este modelo pastoral, la evangelización se da a través de la administración inmediata de los sacramentos. Es decir, las personas reciben bautismo sin proceso de conversión.

La misión pastoral de la iglesia consiste en cristianizar, o sea, formar individuos fieles a la religión y al estado que ella representa. La acción pastoral de la iglesia no tiene conciencia crítica del mundo, no se necesita criticar la historia, no se necesita criticar la realidad, porque la pastoral está al servicio del orden establecido. La identidad pastoral se enfoca en los deberes del ministro o pastor en la comunidad para enseñar, administrar y ayudar a mantener el orden de la comunidad.

2. Del tiempo de la Reforma al presente.

Como fruto de la Reforma protestante, surge una pastoral menos enfocada en lo litúrgico y sacramental y que se posiciona en la Palabra, sobre todo porque al pastor se le atribuye la responsabilidad de la predicación. En esto ha sido importante la influencia de la teología dialéctica de Karl Barth, quien convierte la teología práctica en teología de la palabra o en teología kerigmática. Normalmente, en la Iglesia evangélica, la persona encargada de impartir la predicación es el pastor, siendo ésta su principal tarea y acción pastoral.

Esto es una muestra aún del énfasis cultual de la pastoral evangélica, ligada al servicio en el templo y a la función específica del pastor. Esto es un tanto paradójico e inconsecuente, porque el protestantismo fue el primero en proclamar, en la era moderna, el principio reformado del sacerdocio universal del creyente; sin embargo, en la práctica se siguió manejando el ministerio pastoral como una tarea y responsabilidad principalmente del pastor.

A través del siglo XX, se sigue una concepción general de la tarea de los ministros como dispensadores de consejos pastorales, como administradores de lo sacramental y como profesionales de la "cura de almas" desde una perspectiva dualista e individualista. Sin embargo, habrían de suscitarse, en el correr del siglo, cambios significativos. La teología pastoral fue enriquecida como resultado de las nuevas proyecciones teológicas y los propios movimientos que se dan en el seno de la Iglesia, tanto católica como protestante, a partir de la segunda mitad del siglo XX.

En la segunda mitad del siglo XVIII, la teología pastoral ocupa el rango de disciplina académica en la Universidad de Praga. Es a partir de estos momentos que se puede hablar del inicio de la historia académica de la pastoral, en el marco de las concepciones eclesiológicas modernas. Lo interesante de esta enseñanza o reflexión sobre la teología pastoral es que representa un volver de la teología a la iglesia. Es decir, un cambio muy importante en este tiempo es que la pastoral deja de verse como la acción de un individuo que está sobre la comunidad para volver la reflexión de la pastoral, de acuerdo a la revelación, como la acción de la iglesia dentro de ciertas coordenadas cristológicas, eclesiásticas y salvíficas.

Esto constituye un buen avance, aunque en la práctica todavía se sigue identificando al pastor como el sacerdote o como el ministro de la iglesia a cargo del servicio litúrgico. Sin embargo, con el tiempo, la teología pastoral va ganando su propio status como disciplina teológica, al tiempo que se concentra más en lo eclesiológico que en la persona del pastor.

A través del siglo XX, se sigue una concepción general de la tarea de los ministros como dispensadores de consejos pastorales, como administradores de lo sacramental y como profesionales de la "cura de almas" desde una perspectiva dualista e individualista. Sin embargo, habrían de suscitarse, en el correr del siglo, cambios significativos. La teología pastoral fue enriquecida como resultado de las nuevas proyecciones teológicas y los propios movimientos que se dan en el seno de la Iglesia, tanto católica como protestante, a partir de la segunda mitad del siglo XX.

En el campo protestante, y a partir de los años 70, debe destacarse la contribución de la Fraternidad Teológica Latinoamericana para la búsqueda de una pastoral más eclesial, comunitaria, aunque manteniendo una referencia a lo clerical. La pastoral se enmarca en la perspectiva misional de la iglesia y la acción redentora de Dios en la historia, y se pregunta por el significado de la fe para una persona, comunidad y nación, viendo cómo el Evangelio es entendido, experimentado y celebrado en estos tres niveles.

3. Evolución del término "Teología Pastoral" en la historia.

Es necesario entender que la "teología pastoral" en cuanto disciplina teológica ha tenido su origen y desarrollo principal en los países europeos. Por eso, han sido austríacos, suizos o alemanes los mejores historiadores de esta asignatura.

Al parecer, el vocablo "teología pastoral" fue utilizado en primer lugar por Pedro Canisio. El primer libro que se escribió sobre esta materia fue el Enchiridicm theoiogiae pastoralis (manual de teología pastoral). Como nueva disciplina, la teología pastoral nació el 3 de octubre de 1774 por un real decreto de la emperatriz María Teresa de Austria, después de dos intentos de reforma de los estudios eclesiásticos hechos en 1752 y 1772.

En el siglo XVIII, con una concepción absolutista del Estado como "servidor y protector de la religión" y en medio de una decadencia de las ciencias eclesiásticas, puesto que "ni la filosofía escolástica-según Grabmann-tuvo la vitalidad de las corrientes medievales o de la escuela española de los siglos XVI y XVII, por no sincronizar con la recién nacida corriente mecánico-matemática, ni la teología especulativa, a su vez, acertó a insertar en sí misma una visión histórica, quizá por haber dado la espalda a las viejas e inagotables fuentes patrísticas". Tenemos, pues, una nueva disciplina llamada teología pastoral, nacida de una escolástica decadente, sin nervio teológico, exclusivamente pragmática y al servicio de una concepción estatal absolutista.

La reforma de Rautenstrauch preveía un año más de estudios teológicos. Dentro del quinto año se estudiaban las "disciplinas prácticas", una de las cuales era la teología pastoral, dividida en tres partes: el deber de la enseñanza, el de la administración eclesial y el de la edificación o gobierno. Pero en realidad sólo la persona del pastor era el objeto de estudio de la teología pastoral. En las tres partes de la teología pastoral, enseñada desde su nacimiento en lengua vulgar, se incluyeron estas asignaturas: enseñanza, homilética, ascética, retórica, liturgia y rúbricas.

Puede decirse que la teología pastoral tuvo un sello eclesial y estatal hasta la mitad del siglo XIX. Así se comenzó a enseñar en los teologados austríacos desde 1777. El primer manual, propuesto por el mismo reformador de estudios Rautenstrauch, fue el libro Pastor bonus, de J. Obstraet, traducido al alemán en 1764.

La teología pastoral de entonces, también llamada "teología práctica", tenía mucha ética y poca Escritura, era predominantemente pragmática y se basaba en costumbre y tradiciones. Prácticamente era un reglamento de moral eclesial, una colección de reglas espirituales. Encerraba mucho subjetivismo y carecía de vertebración teológica. Objeto del estudio pastoral era únicamente el pastor o bien la enseñanza de los deberes del oficio pastoral y de su cumplimiento.

Aparecieron en esta etapa muchos manuales de teología pastoral con el espiritu de la reforma vienesa. No se estudiaba esta asignatura en relación con la teología, sino respecto del pastor, concebido como un funcionario eclesiástico y estatal. En los primeros veinte años de enseñanza pastoral se editaron en alemán once manuales, algunos de ellos en varios tomos, pero con idéntico espiritu y proyección.

El movimiento del Aufklarung, o Iluminación, del siglo XVIII había provocado una cierta renovación incluso en las ciencias eclesiásticas. Esta renovación fue favorecida además por el romanticismo alemán.

La postura que sostiene que la teología se aplica a la obra del ministerio debe mucho a F. D. e. Schleiermacher, quien analizó el ámbito de la teología dividiéndola en teología filosófica (la raíz), histórica (el cuerpo) y la práctica (el clímax). La teología práctica estudia los medios con los que la comunidad de la fe preserva y protege su identidad. Desde la teología práctica, la expresión "teología pastoral" se usaba para debatir el aspecto de la práctica eclesial que se centraba especialmente en la sanación de almas, incluyendo la teología del ministerio. Según Schleiermacher, se centraba sobre todo en las funciones de la predicación y la administración de los elementos de la Santa Cena.

A final del siglo XVIII funda Storr la escuela protestante de Tubinga, basado en la idea del reino de Dios. Renovación semejante sobreviene en la escuela católica de la misma ciudad, cuyo fundador fue J. S, Drey. Pero quien dio a la teología pastoral un gran impulso fue J. M. Sailer, que "se opuso a la filosofía religiosa antropocéntrica de su época, a las demostraciones especulativas y al delirio de abstracciones de la escuela de Wolf, así como a la crítica kantiana de la razón".

Sailer busca, en la época del tradicionalismo francés y del romanticismo alemán, un cristianismo viviente y una predicación verdadera. Reflexiona sobre el contenido bíblico y kerigmático de la predicación y ataca una pastoral racionalista, moralista y utilitaria. Estudia la Escritura como fuente de la pastoral, basado en esta idea central: "Dios en Cristo, salud del mundo en pecado". Hace gravitar el centro de la pastoral en la proclamación de la fe. Su preocupación, con un descuido de la liturgia, va hacia la predicación y enseñanza. Del problema pedagógico del cómo pasa Sailer a la observación del qué o contenido kerigmático.

Después de la Escritura se fundamenta Sailer en la historia. Mejor dicho, descubre la línea histórico-salvífica que va del Génesis al Apocalipsis. El cristianismo es para él acontecimiento, historia de salvación. Ataca la estéril especulación de la escolástica de su tiempo y distingue claramente entre evangelio y escolástica, entre anuncio de la palabra y teología de oficio. Le faltó, sin embargo., una teología sistemática.

Sailer considera al pastor como ministro y colaborador de Cristo en la edificación del Cuerpo místico. El sujeto de la acción pastoral no es simplemente el "encargado de la moral", sino el "pastor" según el espíritu y la revelación de Cristo. No es un "funcionario", sino un pastor con vocación.

Intenta dar a la teología pastoral una maduración científica, distinguiéndola de un conjunto de consejos o de un apéndice moral. Le da visión científica dentro de la dogmática eclesial. Esta orientación bíblica hace que se sobrepase la concepción antropocéntrica anterior. Para él el "pastor" era el sujeto de la actividad pastoral, el realizador de la cura de las almas. Identificaba excesivamente el pastor con la Iglesia; el pastor era el principal contenido de su concepción pastoral.

Para Sailer, el objeto de la teología pastoral era el estudio de la continuación de la obra redentora de Cristo en la tierra o la acción de la Iglesia. La teología pastoral es, por consiguiente, la ciencia que tiene como objeto el ejercicio de las tres funciones pastorales, y como fin la formación completa de los pastores. Se trata en ella de examinar la dirección, conducción y santificación del rebaño por el pastor, continuador de la persona y obra del Pastor bonus.

Esta misma orientación de Sailer se dio en otros pastoralistas, como A. Schramm y P. Conrad, autores también de destacados manuales de teología pastoral. El acento antropocéntrico de la etapa anterior se corrige con una visión biblica Se reflexiona sobre el pastor y no sobre el funcionario, ya que se parte de la obra redentora de Cristo y de su Iglesia en lugar de arrancar de las exigencias de las instituciones estatales.

Hacia la mitad del siglo XIX hizo Antón Graf una dura crítica de la concepción pastoral eclesiológica anterior en su manual de teología práctica. Discípulo genial de J. A. Mohler y de T. S. Hirscher y representante de la escuela de Tubinga, Antón Graf postuló una "teología práctica" con una orientación eclesiológica en lugar de pensar en una teología pastoral clerical que hacía recaer excesivamente el acento en el concepto del "pastor".

Según Graf, debe estudiar la teología práctica todos los factores eclesiales o no eclesiales que influyen en la edificación de la Iglesia. Su objeto material no es, pues, el pastor, sino la Iglesia. Afirma que la Iglesia debe tener una conciencia científica de símisma en cuanto que se edifica en el futuro; esto es para Graf la teología práctica. Es decir, se puede reflexionar teológicamente sobre la Iglesia desde tres ángulos diferentes: a) su pasado: así lo hacen la teología histórica y las ciencias bíblicas; b) su esencia presente: así lo hacen la dogmática y la moral; c) su autoconstrucción en el futuro: así lo hace la teología práctica.

Son, pues, tres aspectos: el histórico, el teórico y el práctico. La teología práctica no nace, según Graf, del interés práctico que tiene la teología, sino de la consideración fundamental sobre la Iglesia al edificarse a sí misma. Con esto se rechaza la identificación de la teología práctica con una tecnología y se afirma el carácter científico de la teología práctica.

Rechazó el adjetivo "pastoral" y puso el de "práctica" al sustantivo "teología" para que se viese que el sujeto o agente de la acción apostólica era la Iglesia y no exclusivamente el sacerdote como pastor. Del mismo Graf proceden, como es lógico, las expresiones "eclesial", "autoedificación de la Iglesia", "edificación del reino de Dios", "acciones eclesiales", etc. De este modo, Graf dio un paso decisivo en la concepción científica, teológica y eclesiológica de la teología pastoral, llamada por él, con razón, teología práctica, en la que intervienen diversos elementos:

1)"Factores transcendentales", como Dios, Cristo, el Espíritu Santo, la gracia y el Espíritu de Cristo, la revelación de Dios en la naturaleza, etc. 2) "Instituciones", como las fiestas, templos, libros sagrados, etc. 3) "Factores personales y sociales", como la espiritualidad de la comunidad según su pasado, la influencia mutua de los miembros de la comunidad, la educación y vida cristiana de la comunidad, su oración, etc.

La concepción eclesiológica de la teología pastoral de Graf, aunque fue aceptada en gran parte por su discípulo J. Amberger, sufrió con este nuevo pastoralista un evidente cambio. Amberger divide la teología práctica en dos partes: el derecho canónico y la teología pastoral. En cambio, para Graf el derecho canónico es un aspecto del gobierno pastoral de la Iglesia, ya que la teología pastoral no se basa en el derecho, sino en la esencia de la Iglesia. Por este motivo se vuelve a clericalizar esta asignatura, puesto que interesa fundamentalmente el estudio pastoral de las actividades del pastor. De ahí que se vuelva al antiguo nombre de "teología pastoral".

La desviación eclesiológica de la teología pastoral se comprueba todavía más en la concepción de M. Benger, quien publica un manual en 1861, en el que se define nuestra asignatura como "la introducción científica del pastor en la recta administración de su oficio". En realidad pierde de nuevo la teología pastoral no sólo su carácter eclesiológico y teológico, sino su dimensión científica al reducirse a una mera "introducción" de tipo práctico o a un manual de recetas concretas en torno al pastor y su rebaño. No interesa ya estudiar la esencia de la Iglesia y sus acciones, sino la naturaleza del pastor y sus actividades.

Esta concepción pastoral clerical, no eclesiológica, que renace en la mitad del siglo XIX, continúa hasta bien entrado el siglo XX en los innumerables manuales de pastoral que se editaban entonces. La teología pastoral se convierte poco a poco en una doctrina sobre la dirección espiritual, y la cura de almas en la suma de las actividades de los clérigos. Unas veces se deduce el contenido pastoral de las normas y otras de la experiencia concreta de la cura de almas, pero en todo caso nos encontramos en este tiempo con una disciplina práctica sin categoria de ciencia, con una tecnología sin base teológica, con una preocupación por las almas sin el realismo de la encarnación y con una visión fraccionada del apostolado, sin la mirada amplia de una pastoral de conjunto.

Aunque hay quienes aún utilizan la expresión "teología práctica" en este sentido, a lo largo de las últimas décadas se ha producido una considerable modificación de este concepto; ha nacido una interpretación más fundamental de la teología práctica que ha fomentado lo que considera no ya la práctica de la teología sino la teología de la práctica.

El centro de la teología práctica se desplazó de la aplicación de la doctrina dentro de los contextos pastorales al diálogo crítico entre teología y praxis; este cambio de dirección se debió en especial a la obra de Anton Boisen, que ejerció una considerable influencia en el desarrollo de la Enseñanza Pastoral Clinica en los Estados Unidos a mediados del siglo XX, y cuyo punto de vista produjo una gran impresión en posteriores maestros de teología pastoral de posguerra. Este nuevo estilo de teologia práctica se interesa por el modo en que la fe de la iglesia se manifiesta en este mundo de forma práctica, y genera preguntas sobre lo que ve, relacionándolas con la teología. 

El contexto social e intelectual donde se pone en práctica la teología se relaciona con la visión implícita en la propia práctica pastoral, y con las interpretaciones normativas de la fe transmitida via tradición eclesial. Así, la teología nace de la práctica, se convierte en teoría y se pone en práctica de nuevo.

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