El abandono en la cruz | Josué Barrios

El abandono en la cruz | Josué Barrios

“Y a la hora novena Jesús exclamó con fuerte voz: «ELOI, ELOI, ¿LEMA SABACTANI?», que traducido significa, «DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?»” (Marcos 15:34).

Las personas que observaban se burlaron de Jesús y creyeron que estaba llamando al profeta Elías (quien según la tradición venía a socorrer a los justos). Trataron de darle algo de vinagre para reanimarlo, pero algo más profundo está pasando aquí.

Esta es la única vez en los evangelios que Jesús se dirige a Dios sin llamarlo Padre. Él aquí no dice «Padre mío, padre mío, ¿por qué me has abandonado?», sino que dice «Dios mío, Dios mío». ¿Por qué se dirige a Dios de esta forma? Porque en la cruz Jesús no fue tratado como el Hijo de Dios para que tú y yo sí lo seamos.

Uno de mis teólogos favoritos, R. C. Sproul, se preguntaba si en este momento Jesús estaba acaso consciente de los clavos, porque nada puede ser más doloroso que este abandono que Jesús sufrió en la cruz. Él gozaba de comunión amorosa, íntima y gozosa con Su Padre desde la eternidad, pero ahora lo vemos recibiendo en Su alma la agonía de incontables infiernos que tú y yo merecemos.

Este es el precio de nuestro perdón y, si piensas en esto, tiene sentido que sea así porque la esencia misma del perdón es asumir el costo del daño que te hicieron, ¿no es cierto? Cuando alguien te rompe algo o hace daño de alguna manera y tú lo perdonas, tú estás asumiendo el costo de esa cosa que rompió, ya sea un costo físico o emocional. El perdón siempre conlleva sufrimiento; implica una forma de muerte a nosotros. 

Esto es literalmente lo que vemos a Dios hacer en la persona de Su hijo para perdonarnos. Se pone en el lugar de pecadores y asume el costo de nuestra reconciliación.

Tomado de la predicación Contempla la cruz del Rey


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