"Proclámalo y recíbelo" es una de las grandes distorsiones de las enseñanzas de la iglesia de hoy. Puedes proclamar lo que quieras con tus labios cuantas veces lo entiendas, pero si no es la voluntad de Dios, jamás acontecerá.
1 Juan 5:14 dice que cuando pedimos conforme a Su voluntad, Él nos oye, nos escucha. De tal forma que tenemos una gran cantidad de personas en la iglesia de hoy, haciendo proclamaciones, confiando en el poder de la palabra del hombre, cuando en realidad la única palabra que tiene poder de crear realidades, es la palabra de Dios.
Dios habló, y el mundo fue formado. Todo cuanto Dios ha hecho lo ha hecho por medio de Su palabra. Esa no es la misma condición en el hombre. El hombre es una criatura caída, pecaminosa, insuficiente, incapaz de crear realidades. Por tanto, tenemos que regresar a confiar en la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta.
Aquello que Dios ha dicho, aquello que Dios ha decretado, eso acontecerá, porque Su Palabra no volverá jamás vacía; pero la palabra del hombre es carente de poder. Confía en la Palabra entregada desde los tiempos antiguos a los apóstoles y a los profetas para el hombre de hoy, y en nada más.
Extraído del libro 95 Tesis para la iglesia de hoy, Miguel Núñez.
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