La importancia de la piedad | George Swinnock

La importancia de la piedad | George Swinnock

1 Timoteo 4:8: “porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.”

La piedad es una obra de gran importancia y nos llama al máximo esfuerzo. Los seres humanos demuestran ser más necios cuando se ocupan en cosas sin importancia. Son como el hombre vacío que se presentó ante Alejandro Magno. Después de haber pasado mucho tiempo entrenándose y hacer grandes esfuerzos, se jactó de que podía lanzar un guisante a través de un pequeño orificio, y esperaba una gran recompensa por ello. Pero el rey solo le dio un tazón de guisantes por recompensa. Era lo adecuado para su diligente negligencia y su ocupada ociosidad. 

Las cosas vanas no son dignas de que le dediquemos esfuerzo o cuidado. Por otra parte, la sabiduría se presenta en sus colores más resplandecientes cuando da preferencia de tiempo y esfuerzo a aquello que tiene la mayor importancia. La piedad, de entre todas las obras del hombre, es la que tiene la mayor importancia, y es la única cosa necesaria. Los negocios, honores, placeres y cualquier otra cosa terrenal son trivialidades cuando se comparan con esto.

Si todo fuera cuestión de un pequeño momento, podrías ser perezoso y descuidarlo, pero lo apropiado es que pongas tu corazón a ello. Como dijo David de la espada de Goliat, no hay ninguna obra como esta. Es una obra del alma, de Dios y eterna. Un solo alma es más valiosa que diez mil mundos. El cuerpo vino del polvo, pero el alma vino del aliento de Dios.

El trabajar el alma tiene mucho peso, y no se puede trivializar con ello. Si desechamos la piedad, el alma marcha a la tumba con una tristeza que no puede expresarse con palabras. Podemos descuidar otras cosas excepto esta. Nunca debemos abandonarla hasta que todo termine. El Señor es digno de todos nuestros esfuerzos y diligencia. Vivimos y morimos por la eternidad. Que la piedad se introduzca en lo profundo de nuestros afectos y ordene todos nuestros actos. Los asuntos del tiempo son triviales si se comparan con los de la eternidad.

* George Swinnock (1627-1673) fue un clérigo y escritor inglés.

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