La policía intervino rápidamente y detuvo al agresor, permitiendo que David continuara compartiendo su mensaje sin interrupciones. A pesar de la hostilidad, el joven perseveró, motivado por su fe.
Durante el incidente, otro hombre se acercó por detrás y empujó a David, pero la policía también intervino para detenerlo. Aunque tuvo la oportunidad de presentar cargos contra los agresores, David decidió perdonarlos.
El evangelista cree que hay una lucha espiritual detrás de estos actos de agresión, pero al mismo tiempo ve en ellos una oportunidad para que la luz de Cristo brille en medio de la adversidad.
Para David, su predicación representa un desafío a los poderes oscuros, pero también atrae la atención de personas que están buscando la verdad.
En un giro sorprendente, un joven que inicialmente pasó junto a David durante el incidente en el estadio volvió una semana después, esta vez dispuesto a escucharlo.
Este joven, que había sido musulmán durante 25 años, aceptó a Jesús como su Salvador y fue bautizado por David, lo que vio como una victoria del Espíritu Santo en medio de las dificultades.
David ha contado que ha enfrentado acoso durante sus predicaciones en las calles en múltiples ocasiones, pero no se desanima y sigue centrado en compartir el mensaje de salvación con aquellos que se encuentran en la oscuridad.
“No tengo miedo. Esto ha sucedido varias veces antes y estoy preparado para ello cada vez que salgo. Sé en qué me estoy metiendo al predicar el Evangelio en un mundo caído y oscuro”, dijo.
“Me mantendré firme, seré sabio y me defenderé si siento que es necesario. Dios quiere que la gente escuche su mensaje. Si la gente se burla de mí, me escupe, me patea, me empuja, aun así, predicaré, porque eso es lo que estoy llamado a hacer. Es mi deber predicar el Evangelio, pero también es un honor”, finalizó.
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