Basada en Apocalipsis 4 y 5
En el presente, la adoración parece estar diseñada para deleitar al hombre y no para honrar a nuestro Dios. Lamentablemente, por mucho tiempo hemos venido observando cómo la adoración, con frecuencia, tiene en mente o tiene como meta producir cierto gozo en el hombre sin contar con la honra, la majestad y la reverencia debida a nuestro Dios. Decimos eso porque Dios es quien ha diseñado la adoración, y desde Génesis hasta Apocalipsis vemos una adoración centrada en Dios.
La adoración es para Dios, no para el hombre. Ahora bien, cuando el hombre deleita a Dios, se coloca en una posición de poder recibir de su bondadoso Dador todo aquello que Él quiera darle, pero la adoración a nuestro Dios nunca será levantada hasta que nosotros levantemos Su imagen, y eso necesita hacerse por medio de la predicación de Su Palabra.
Extraído del libro 95 Tesis para la iglesia de hoy, Miguel Núñez.
Etiqueta:
Miguel Núñez