Basada en Efesios 2:20
El apóstol Pablo, escribiendo a los Efesios, dejó claro quiénes formaron el fundamento de la iglesia: apóstoles y profetas, siendo Cristo la piedra angular, la piedra principal (ver Efesios 2:20). Todos los demás que venimos después estamos construyendo sobre aquello que ya ha sido establecido. ¿Cuántas veces establecemos el fundamento de una edificación? Una sola vez.
Así que cuando oímos hoy en día de nuevos profetas y nuevos apóstoles, tenemos que preguntarnos: "¿Por quién o quiénes fueron ellos constituidos? ¿Bajo qué criterio? ¿Bajo qué autoridad de la Palabra tenemos una continuación del oficio profético o apostólico?".
A la hora de sustituir a Judas, el apóstol Pedro estableció los criterios para aquel que iba a ser su sustituto: debía ser alguien que hubiera estado con los apóstoles desde el principio y que hubiera sido testigo ocular de la resurrección. Justamente Pablo llenó tales requisitos. Él fue un testigo ocular de la resurrección y a la vez establece que fue enseñado directamente a través de una revelación de Jesucristo (ver Hechos 9:1-9 y Gálatas 1:11-17).
De esa forma, entonces, concluimos que el profeta de hoy, el apóstol de hoy, no tienen ni el llamado, ni la estatura ni el oficio que ocuparon aquellos que fueron escogidos por Dios para una función especial en el momento en que Dios estaba, no solamente trayendo Su revelación, sino también estableciendo Su iglesia.
No negocies, ni confundas el fundamento de la iglesia.
Extraído del libro 95 Tesis para la iglesia de hoy, Miguel Núñez.
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