Viviendo un día a la vez | Madelin Reyes

Viviendo un día a la vez | Madelin Reyes

Viviendo un día a la vez | Madelin Reyes

Durante años luché contra mis malos deseos. Por más que me esforzaba, siempre fracasaba. No comprendía la razón; solo creía que debía vencer cada uno de mis pecados para poder ser salva. Era una lista interminable, un camino pesado e imposible de recorrer.

Con el tiempo entendí que, por mis propias fuerzas, era imposible vencer el pecado. Mi justicia no era suficiente para presentarme delante de Dios sin culpa. En esa búsqueda incansable, conocí a Jesús y la obra perfecta que Él realizó en la cruz. Por medio de su muerte, pagó completamente el precio del pecado. Cuando me acerco a Dios en el nombre de Jesús, Dios ya no ve mis pecados, sino la justicia de Cristo puesta sobre mí.

Dios también me permitió comprender que no se trata de vencer todos los pecados de una lista ni de cumplir mis propias expectativas, sino de vivir en dependencia, un día a la vez. Jesús dijo: “Cada día tiene su propio afán” (Mt 6:34), y también llamó a sus discípulos a seguirle en una entrega constante. Nuestra relación con Dios es un pacto de gracia que se vive diariamente. Pretender planificar un futuro sin pecado va en contra de la realidad bíblica: mientras habitemos en este mundo, no seremos inmunes al pecado ni a la tentación.

Por eso, solo por hoy nos rendimos a Dios, solo por hoy luchamos contra el pecado, confiando no en nuestra fuerza, sino en su gracia. Y cuando caemos, descansamos en esta promesa: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn 1:7).

Existe un dicho popular en Alcohólicos Anónimos que resume bien esta verdad: “Sobrio, solo por hoy”. Así también vive el creyente: dependiente de la gracia de Dios, día tras día.

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