El corazón que agrada al Padre | Madelin Reyes

El corazón que agrada al Padre | Madelin Reyes

Lectura bíblica: Mateo 6:1: «Cuidado con hacer sus obras de justicia solo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa». (RVC)

Jesús nos enseña cómo debemos realizar nuestras buenas acciones para que nuestro corazón permanezca humilde delante de Dios. Él nos advierte amorosamente que el deseo de reconocimiento puede engañarnos, porque alimenta la vanidad y nos conduce, sin darnos cuenta, a la soberbia.

Un corazón generoso es aquel que da, comparte y sirve con un espíritu humilde, reflejando el amor de Dios. No espera nada a cambio, sino que se inclina con compasión hacia las necesidades ajenas, ofreciendo tiempo, apoyo y servicio como acto de obediencia al Señor.

Si por alguna razón debemos hacer públicas nuestras acciones, es sabio examinar nuestro corazón a la luz de la Palabra. Jesús nos recuerda que del corazón nacen los malos pensamientos. Por eso, incluso una obra bienintencionada puede desviarse de su propósito cuando dejamos que el deseo de reconocimiento tome el lugar que pertenece solo a Dios.

Jesús nos advierte con misericordia que, si buscamos los aplausos de la gente, esa será toda la recompensa que recibamos. El corazón que anhela agradar a los hombres pierde la bendición que solo el Padre puede entregar.

Por el contrario, el Señor nos invita a practicar nuestras buenas obras en lo secreto, con un espíritu de humildad, sin buscar reconocimiento humano. Y nos asegura que el Padre, que ve en lo íntimo, honrará esa obediencia silenciosa.

Que nuestro corazón, guiado por el Espíritu Santo, permanezca humilde al hacer el bien. Que cada obra sea para la gloria de Dios y no para la nuestra. Recordemos que la verdadera generosidad nace de un corazón rendido al Señor y expresado en amor sincero hacia el prójimo.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Con qué intención estás realizando tus buenas acciones?

2. ¿Ayudas a tu prójimo de forma desinteresada o esperas recibir algo a cambio? 

3. ¿Estás buscando la aprobación de los hombres o la aprobación de Dios?

4. ¿Estás glorificando a Dios en todo lo que haces cada día?

5. Si no recibieras ninguna recompensa, ¿seguirías haciendo buenas obras?

ORACIÓN: Señor, inclina mi corazón hacia la generosidad, purifica mis intenciones y líbrame del deseo de ser visto. Enséñame a servir con humildad y a ayudar a los necesitados en silencio, para que todo sea para la gloria de tu santo nombre. Amén.

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