SOLO CONTRA TI HE PECADO
1. Oh Señor, he pecado contra ti; he quebrantado tu ley y he lastimado tu corazón. (Sal. 51:4)
2. Mis pecados son incontables como la arena del mar; se levantan contra mí sin compasión. (Sal. 40:12)
3. ¿Habrá perdón para mí, Dios de misericordia? (Mi. 7:18)
4. He prometido tantas veces no pecar, y una y otra vez he vuelto a hacerlo. (Ro. 7:19)
5. Mi alma está angustiada, mi corazón sin paz; mis pasos no hallan dirección, pues he pecado contra ti. (Is. 59:2; Sal. 38:3‒4)
EN MEDIO DE LA DESOLACIÓN
6. Aquí estoy, Señor, velando en medio de mi desesperación, porque el sentido de vivir se ha desvanecido. (Sal. 42:5; Lam. 3:19‒20)
7. Te busco con todo mi ser, deseando tu presencia; anhelo contemplar tu gloria y regocijarme en tu amor. (Sal. 27:4; Sal. 63:1‒2)
LA CARGA DEL PECADO
8. Mi pecado me separa de ti, y mi transgresión clama justicia. (Is. 59:1‒2)
9. Mi conciencia no halla descanso, y mi espíritu desfallece. (Sal. 32:3‒4)
10. No hay nada en mí que pueda borrar mis iniquidades; todas ellas se han levantado contra mí, queriendo destruirme sin piedad alguna. (Sal. 51:9; Ro. 3:23)
RECUERDO DE LA CRUZ
11. Así de abatida está mi alma, pero aun en mi miseria recuerdo la cruz donde hallé esperanza. (Is. 53:5; Gá. 6:14)
12. Cristo murió por mí; aunque soy la más indigna de tus hijas, lo hizo para que mi pecado no tenga la última palabra y su justicia me cubra. (Ro. 5:8; 2 Co. 5:21)
13. Aun en medio de mi ruina, mi fe mantiene la esperanza; aguarda el día en que mi vida sea restaurada. (Sal. 130:5; Lam. 3:21‒23)
14. Tú eres fiel, Señor; no tardas en cumplir tus promesas. (2 P. 3:9; Dt. 7:9)
EN EL VALLE DEL DOLOR
15. Aunque la angustia me invade, no puedo ignorar tu presencia constante; nunca me has abandonado. (Sal. 139:7‒10; He. 13:5)
16. Mientras me consume el dolor, me muestras tu paz, una paz que sobrepasa todo entendimiento. (Fil. 4:7; Ro. 8:38‒39)
17. Tu misericordia desciende desde lo alto, como la brisa que rocía la tierra sedienta. (Os. 6:3; Sal. 72:6)
18. De tu fidelidad nace mi esperanza, que renueva mi espíritu cansado. (Is. 40:31; Sal. 119:90)
CONFESIÓN Y ANHELO
19. Reconozco mis rebeliones; sólo contra ti he pecado. (Sal. 51:3‒4)
20. He ignorado tus mandamientos y no he vivido conforme a tu voluntad. (Dn. 9:5; Is. 53:6)
21. Aun así, mi alma te desea, como el sediento busca agua en medio del desierto. (Sal. 63:1; Sal. 42:1‒2)
22. Y aunque mis fuerzas se desvanecen, sigo buscándote con el último aliento de mi esperanza. (Hab. 3:17‒18; Is. 26:9)
LA RESPUESTA DE LA GRACIA
23. Desde mi agonía levanté mi voz hacia ti, y tú escuchaste mi súplica. (Sal. 34:17; Sal. 18:6)
24. Me has alcanzado en mi abismo, me has levantado con tu gracia, conforme a tu eterno propósito y para tu gloria. (Ef. 2:4‒6; Ro. 8:28)
25. Has cambiado mi lamento en baile; ¡tú eres mi alegría, oh Dios de mi salvación! (Sal. 30:11‒12; Hab. 3:18)
GRACIA SOBREABUNDANTE
26. Recuerdo tu palabra: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia». (Ro. 5:20)
27. Tu misericordia cubre todos mis pecados. (Is. 1:18; Sal. 103:12)
28. Por eso levanto mis ojos a ti, y en tu gracia infinita encuentro descanso. (Sal. 121:1‒2; Mt. 11:28‒29)
29. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Jud. 1:25; Ap. 1:6)

0 Comentarios
Gracias por comunicarte con nosotros.