El peor de los pecados | John MacArthur

El peor de los pecados | John MacArthur

El orgullo es el primer pecado, el que Satanás cometió (Is. 14:14; 1 Ti. 3:6). Las Escrituras advierten repetidamente sobre este (Pr. 21:4; cp. 1 S. 2:3; Sal. 75:5; Ro. 12:16; Stg. 4:16; 1 Jn. 2:16). Dios odia el orgullo (Pr. 6:16-17; cp. Sal. 5:5) y espera que su pueblo lo odie también (Pr. 8:13). El orgullo se expresa en la fanfarronería (1 S. 2:3; 2 Cr. 25:19); en la persecución de los malvados a los justos (Sal. 10:2); en el discurso malvado (Sal. 31:18); en las vidas de los malvados (Hab. 2:4; Ro. 1:30), especialmente los falsos maestros (1 Ti. 6:3-4) y será especialmente frecuente en los últimos días (2 Ti. 3:1-2).

El fruto malvado del orgullo incluye deshonra (Pr. 11:2), destrucción (Pr. 16:18; 18:12), oposición de Dios (Stg. 4:6), que Dios humille (Pr. 29:23; cp. Sal. 18:27; 2 S. 22:28; Dn. 4:37), contaminación (Mr. 7:21-23) y conflicto (Pr. 13:10; 28:25). El orgullo también impide que las personas busquen a Dios (Sal. 10:4) y lo conozcan (Sal. 138:6). Pero, lo más grave de todo, el orgullo resulta en juicio divino. Proverbios 16:5 advierte: «El SEÑOR aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no quedarán impunes» (NVI). Isaías también predijo el juicio de los malhechores orgullosos:

Los ojos del altivo serán humillados y la arrogancia humana será doblegada. ¡En aquel día sólo el SEÑOR será exaltado! Un día vendrá el SEÑOR Todopoderoso contra todos los orgullosos y arrogantes, contra todos los altaneros, para humillarlos (Is. 2:11-12, NVI).

Malaquías 4:1 añade: «Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama-dice el Señor Todopoderoso» (NVI).

David escribió: «Amen al Señor, todos sus fieles; él protege a los dignos de confianza, pero a los orgullosos les da su merecido» (Sal. 31:23, NVI), y en Salmos 94:2 el salmista oró así: «Engrandécete, oh Juez de la tierra; da el pago a los soberbios». Las Escrituras deploran el orgullo de individuos, como en los casos de Ezequías (2 Cr. 32:25), Nabucodonosor (Dn. 4:30; 5:20) y Belsasar (Dn. 5:22-23); y de naciones, como en los casos de Moab (Is. 16:6), Edom (Abd. 3), Babilonia (Jer. 50:29, 32) y, trágicamente, Israel (Is. 28:1; Jer. 13:9; Os. 5:5).

Publicar un comentario

0 Comentarios