En lugar de preguntarse: «¿Cuánto puedo obtener de mi vida en la tierra?», Jesús se preguntó: «¿Qué me ha llamado a hacer el Padre mientras esté aquí y cómo puedo utilizar mi vida para bendecir a los demás?», Hacerte estas preguntas te llevará a ordenar tu vida de una forma diferente.
La sabiduría oculta de Dios está anclada en la cruz, como lo afirma Pablo cuando dice: «nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles. Sin embargo, para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios (1 Corintios 1:23-24). La manera en que Jesús organizó Su vida le costó un alto precio, pues lo condujo a la cruz donde dio Su vida por nosotros. Pablo afirma que la cruz es la sabiduría de Dios, es decir, es la manera en que Dios ordena todas las cosas.
La sabiduría oculta de Dios comienza cuando entregas tu vida en las manos de Cristo. Le das los pedazos rotos de tu vida, le dices que no puedes ordenarla y le pides que haga en tu vida lo que tú no puedes hacer. Ordenar tu vida bajo la sabiduría de Dios significa renunciar a la agenda de «ser todo lo que quieres ser». Perder tu vida es la manera de salvarla, en eso consiste la sabiduría de Dios.
La sabiduría oculta de Dios se encuentra en la cruz y es revelada por el Espíritu Santo. Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente» (1 Corintios 2:12).
Dios se da a conocer de dos maneras: de forma pública, cuando Dios envía a Su Hijo al mundo y Jesús revela al Padre, y de forma privada, cuando Dios envía a Su Espíritu Santo a tu corazón y abre tu mente a la verdad.
Las relaciones siempre son complejas. Es difícil conocer a otra persona. ¿Cómo esperarías entonces conocer a Dios? Pablo estaba tratando de entender lo que implicaba conocer a otra persona cuando dijo: «Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? (1 Corintios 2:11).
En otras palabras, mi espíritu me conoce a mí, tu espíritu te conoce a ti, y el Espíritu de Dios conoce a Dios. Si mi espíritu habitara en ti, tú me conocerías; del mismo modo, si el Espíritu de Dios habitara en ti, tú conocerías a Dios. Pablo no está afirmando que los cristianos ya conocemos todo acerca de Dios; es obvio que no es así. Pero, aunque no lo conozcamos plenamente aún, sí lo conocemos de verdad, pues Su Espíritu ahora vive en nosotros y esa es la experiencia de todo el que está en Cristo».
Cuando pones tu fe en Jesús, Dios envía al Espíritu Santo a morar en ti. A través de este regalo, Él sella tu relación con Jesús y entonces podrás ordenar tu vida de manera que refleje la mente y el corazón de Cristo.
«Porque ¿quién ha conocido la mente del Señor?», pregunta Pablo, señalando que nadie puede comprender toda la plenitud de Dios; luego añade con un tono triunfante: «Pero nosotros tenemos la mente de Cristo» (1 Corintios 2:16). Esa es la clave para encontrar certeza en un mundo de decisiones confusas.
Es fácil sentirse abrumado por la complejidad de la vida. Sin embargo, cuando estás en Cristo, el Espíritu de Dios vive en ti. Ahora Cristo es tu sabiduría, y Su Espíritu viviendo en ti te da la capacidad para ordenar tu vida.
Libro: Descubre tu nueva identidad en Cristo, Colin S. Smith