La Reforma Protestante del Siglo XVI | Lucas Casarré

La Reforma Protestante del Siglo XVI

En los últimos siglos de la Edad Media, la Iglesia se comprometió cada vez más en la vida política europea, hasta el punto de actuar como un poder monárquico más y elaborar complejos sistemas de alianzas y manipulaciones políticas, que le permitieron aumentar su poder y su riqueza.

Ante esta situación, hubo voces que criticaron duramente el modo en que era gobernada la Iglesia, por ejemplo, la forma de vida de algunos papas (alejada de la moral que predicaban) y de muchos obispos, que acumulaban rentas y beneficios eclesiásticos para enriquecerse.

Sin embargo, la principal crítica se desató sobre la venta de indulgencias, una costumbre que consistía en perdonar los pecados a cambio de dinero. Se suponía que el perdón haría que los pecadores ganasen acceso al Purgatorio y, posteriormente, al Paraíso, en lugar de ser condenados al infierno.

En 1517, el monje alemán Martín Lutero agregó a estas acusaciones que el Papa no tenía autoridad en el Purgatorio, de modo que no estaba en condiciones de decidir quiénes accederían a él y, menos aún, por dinero.

Además, cuestionaba la noción misma de que la salvación de los cristianos dependía de las buenas obras que cada uno realiza. Según él, la suerte de cada persona en la otra vida dependía exclusivamente de su fe. Con esta visión, Lutero atacaba el papel que la Iglesia había reclamado durante 1500 años como mediadora entre Dios y los fieles, y rescataba la conciencia individual.

Las ideas de Lutero se difundieron por casi toda Europa en diversas interpretaciones de la fe cristiana que criticaban el poder político de la Iglesia. Una de las nuevas doctrinas fue el calvinismo, con centro en Suiza, a partir de las ideas de Juan Calvino.

Los puntos básicos de su prédica eran el desconocimiento de la autoridad papal y la utilización de la Biblia como única regla de conducta, además de la idea de predestinación. Otra doctrina, promovida por la monarquía, fue el anglicanismo, que se convirtió en la religión oficial del territorio inglés.

En 1529, Carlos V, emperador de Alemania, dejó sin efecto la tolerancia hacia los seguidores de Lutero. Muchos príncipes se opusieron a esta medida, argumentando que, si tenían que elegir entre obedecer al emperador o a Dios, la única opción posible era obedecer a Dios. Finalizado este episodio, los católicos comenzaron a llamar protestantes a quienes adherían a la fe reformada.

Como respuesta a la Reforma Protestante, la Iglesia Católica emprendió la Contrarreforma o Reforma católica: entre 1545 y 1563, los obispos se reunieron en el Concilio de Trento, en el que debatieron acerca de cómo mantener la unidad del mundo católico. El resultado de esta reunión fue la ratificación de algunos principios que los protestantes cuestionaban, como el valor de los siete sacramentos, la existencia del Purgatorio, el celibato de los sacerdotes y el culto a la Virgen y a los santos.

Además, para combatir las nuevas doctrinas y herejías, se impulsó el Tribunal de la Inquisición. Por esa razón, muchos hombres de ciencia fueron perseguidos cuando sus investigaciones los llevaron a desestimar los dogmas sostenidos por la Iglesia, como el astrónomo Galileo Galilei, que fue condenado por sostener que la Tierra gira alrededor del Sol.

La lectura crítica de la Biblia

La posibilidad de realizar una nueva interpretación de la Biblia y del papel de la Iglesia remite a dos procesos generales de vital importancia. Por un lado, a los procedimientos humanistas de crítica y estudio de los textos de la Antigüedad, que brindaron nuevas herramientas para analizar los contenidos y orígenes de la Biblia.

Por otro lado, la invención de la imprenta y el hecho de que las principales ciudades europeas contaran con ella posibilitaron la circulación de traducciones de la Biblia a lenguas modernas, como el alemán, francés y holandés, y muchas más personas pudieron leer el texto sin la mediación de un sacerdote.

Cambios en la forma de concebir el mundo

A fines del siglo XV, la expansión del Humanismo y la difusión del Renacimiento, primero en las ciudades-estado italianas y luego en toda Europa, provocaron la desintegración de la cosmovisión medieval, es decir, de la concepción del mundo que tuvieron los europeos durante la Edad Media.

El Universo medieval era cerrado y pequeño, y tenía la Tierra como centro. Dios era la causa final de todos los fenómenos de la naturaleza; el límite del conocimiento humano estaba fijado en la interpretación literal de la Biblia y las sentencias de los teólogos, el Papa y otros miembros de la Iglesia. La teología era considerada ciencia superior, la disciplina que guiaba el pensamiento.

En aquella época, las personas se permitían pocas preguntas sobre la naturaleza y sobre sí mismas. Conformaban una sociedad jerárquica, en la que cada uno ocupaba la misma posición social desde el nacimiento hasta la muerte. Obtenían sus conocimientos de las autoridades religiosas o políticas.

Aquí te dejo el texto corregido:

El mundo renacentista se transformó en un espacio abierto, vasto e incierto, que debía ser explorado y dominado. Dios dejó de ser la única fuerza que explicaba la historia, y el ser humano se convirtió en protagonista de su propia vida y del acto de conocer. Los monarcas promovieron la cultura y la ciencia, y los avances técnicos ofrecieron a las ciudades y los países la posibilidad de obtener ventajas comerciales, militares y políticas.

La invención de la imprenta y la multiplicación de escritos e imágenes gráficas contribuyeron a la acumulación de información y conocimiento. Los seres humanos comenzaron a preocuparse por cuestiones terrenales y prácticas, a buscar fortuna y poder, y a ascender socialmente.

El mundo que nació sobre las ruinas del feudalismo europeo experimentó una gran expansión. Nuevos territorios y sociedades ofrecían riquezas que debían conquistarse y ponerse a disposición para la prosperidad de Europa. Así lo consideraban desde su visión.

Extraído del ensayo La Reforma Protestante del siglo XVI, del profesor Lucas Casarré.

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