Basada en Ezequiel 34:2-3
En nuestros días hay una gran cantidad de personas saliendo de las iglesias donde estuvieron por mucho tiempo expuestas a la enseñanza del evangelio de la prosperidad. Ellas creyeron que al donar dinero para la causa de Cristo o al donar dinero para el reino de los cielos, Dios estaría obligado a devolverles con creces lo que estaban enviando o, para usar su propio vocabulario, lo que estaban sembrando. Con el tiempo, muchas de esas personas no solo quedaron desilusionadas en sus corazones; también sus bolsillos quedaron vacíos.
Nosotros, los que predicamos el evangelio, necesitamos recordar las palabras de Dios a través del profeta Ezequiel cuando dijo: "Hijo del hombre, profetiza contra los profetas de Israel. Profetiza y di a los pastores: Así dice el Señor Dios: Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos. ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Coméis la grosura. Os habéis vestido con la lana. Degolláis la oveja engordada, pero no apacentáis el rebaño" (Ezequiel 34:2-3).
¡Intimidantes las palabras de parte de Dios para nosotros los pastores! Pastor, hermano, maestro ¡reconsidera lo que enseñas! ¡Revisa la Palabra! ¡Regresa a la verdad! ¡Despierta! Dios te hace un llamado. Todavía es tiempo de volver a predicar el evangelio de Cristo y dejar atrás un evangelio falso.
Como Pablo enseñaba a la iglesia de los gálatas, no hay varios evangelios (Gálatas 1:6-9); hay un solo evangelio, con la cruz en el centro, y relacionado con la vida, muerte y resurrección de Cristo.
Extraído del libro 95 Tesis para la iglesia de hoy, Miguel Núñez.
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