Basada en Hechos 20:26-27
En nuestros días es muy común escuchar a un predicador ir de una porción de la Palabra a otra porción de la Palabra y luego a otra porción de la Palabra, siempre buscando aquellos pasajes que bendicen a la congregación, pero evitando de manera intencional aquellos pasajes que confrontan el pecado en el corazón de la misma congregación.
No ayudamos a los discípulos de Cristo a crecer ni a madurar a Su imagen cuando nunca los confrontamos con aquellos pasajes revelados por Dios justamente para limpiar la mente y el corazón de aquellos por quienes Su Hijo murió.
Predicador, te invito a poner atención a las palabras del apóstol Pablo cuando hablaba con los ancianos de la iglesia de Éfeso en Mileto y les decía: "Por tanto, os doy testimonio en este día de que soy inocente de la sangre de todos, pues no rehuí declarar a vosotros todo el propósito de Dios" (Hechos 20:26-27). Nota cómo el apóstol Pablo se sentía completamente inocente al no haber evitado ningún pasaje difícil de la Palabra de Dios.
Presta atención a Su revelación. En ella está el poder de transformación de tu congregación. En ella está el poder de transformación del Dios a quien pertenecemos todos nosotros. Predica, pero predica todo el consejo de Dios.
Extraído del libro 95 Tesis para la iglesia de hoy, Miguel Núñez.
Etiqueta:
Miguel Núñez